¿Cómo moverte en eléctrico por la ciudad?
Circular con este tipo de vehículos por la ciudad ofrece muchas ventajas que conviene conocer

Moverse por la ciudad en el día a día puede resultar, muchas veces, una tarea complicada. Atascos, restricciones de circulación, problemas para encontrar aparcamiento… Unos inconvenientes típicos de los vehículos tradicionales pero que desaparecen cuando se arranca el motor de un coche eléctrico, cuando se dice adiós a las restricciones o a preocuparse por echar combustible.

El conductor de un coche eléctrico encontrará la batería completamente cargada por la mañana, antes de su trayecto por ciudad. Es tan fácil como dejarlo programado para una recarga nocturna, cuando su tarifa eléctrica es especialmente barata. Otra ventaja notable es que, desde ese momento, el sistema de climatización ya ha dejado el interior del coche a la temperatura deseada. Al estar conectado a la red eléctrica, además de cargar la batería, automáticamente ha utilizado el sistema eléctrico de climatización con un coste energético mínimo.

El coche eléctrico evita problemas como atascos o restricciones de circulación

Se selecciona la marcha adelante y el coche eléctrico comienza a desplazarse casi completamente en silencio. Su manejo es más sencillo, no hay pedal de embrague ni que seleccionar marchas. El placer de conducir está en controlar la velocidad y la trayectoria y, con un coche eléctrico, es todo lo que hay que hacer.

En un trayecto desde las afueras hasta el centro de la ciudad, un conductor, aunque vaya solo, puede elegir una vía de acceso restringido para vehículos con alta ocupación. En ese tipo de vía, normalmente despejada, es posible mantener una velocidad constante casi todo el tiempo, la manera más eficiente de circular. Esto no solo implica un coste reducido, también contribuye a cuidar el medioambiente porque el eléctrico gasta poca energía, consume menos recursos y genera menos residuos.

El placer de conducir

Ya dentro del casco urbano, circular con un eléctrico permite, por ejemplo, escuchar la radio a un nivel bajo. Si en marcha el ruido es realmente escaso, en parado hay silencio absoluto. De hecho, lo único que se oye son los motores de los coches que hay alrededor. En poco tiempo y con la información que proporciona la pantalla del coche, es fácil aprender a sacar el máximo partido de un eléctrico en esas condiciones de tráfico: transiciones suaves de velocidad y frenadas largas pero no intensas. Por ejemplo, al ver una retención o un semáforo en rojo a lo lejos, simplemente hay que dejar de acelerar. Así, el coche va perdiendo velocidad a la vez que recarga la batería con su inercia. Eso sí, cuando hay que acelerar, la respuesta de un eléctrico es inmediata. Por ejemplo, si hay que adelantarse a los otros coches en un semáforo, la aceleración puede ser muy intensa en los primeros metros.

El ruido en el interior es escaso y, cuando hay que acelerar, la respuesta de un eléctrico es inmediata

Dos ventajas adicionales son tener acceso a las zonas de la ciudad que estén restringidas a otros vehículos y no necesitar un tique de aparcamiento, además (dependiendo de tu ciudad de residencia) permite no estar pendiente del tiempo que está aparcado en la calle. Algunos usuarios también valoran muy positivamente no tener que emplear tiempo en buscar una gasolinera y hacer cola para repostar.

La autonomía es más que suficiente para este tipo de uso diario, que suele ser inferior a 100 km. Pese a ello, al final del día se puede volver a cargar sin que ello suponga una pérdida de rendimiento de la batería. De esa manera, al día siguiente, el eléctrico estará listo para el uso cotidiano o para un trayecto más largo. No es necesario esperar a que se descargue por completo para volver a enchufarlo y dejarlo a punto para el día siguiente. Aunque, si el uso diario es de pocos kilómetros, se puede recargar la batería en días alternos o incluso una vez por semana, lo que supone un importante ahorro energético y económico.

Fuente: elmundo